lunes, 17 de agosto de 2009
Instrucciones
Puede que la lleves al mismo lugar igual
y pedir la otra columna abajo en el centro,
ocultar el frio de la puerta al abrirse
sin dejar atrás que es solo el comienzo.
Puede que le muestres las lineas del suelo
que dividen sus historias de niña y de ayer,
comentarle que la música se puede cambiar
siempre y cuando sepa en que calle este.
Puede que te dejes caer junto a ella
solo por no saber en que momento quedarte dormido,
estar atento cuando cambien de humor
y caminar detrás mientras piensas lo pedido.
Puede que la recojas en horas no deseadas
ni mucho menos destinos algo cercanos,
tratar de dejarle el encargo bien dispuesto
antes de que salga o llegue sin ser visto.
Puede que le muestres figuras en el suelo o paredes
vencidas detrás de la ventana y arrancarlas,
preparar lo mismo que te hizo probar alguna vez
para no perder la costumbre de ser como dos.
Puede que la veas todos los días como nunca
que dijiste entre ahoras y mañanas de siempre,
recordar que muchas veces te esforzaste
en ser uno mas entre sus ningunos.
PD: Post olvidado en el cajón de hace algunas semanas
martes, 5 de mayo de 2009
La casualidad de un mes - Parte III-b
Lo sé, no es el mes, pero tenía una tarea inconclusa que venía arrastrando y pesaba, no me gusta quedar mal ni mucho menos conmigo mismo. Marzo acaba hoy aunque sea Mayo.
[ zo]
Para no dejar inconclusa alguna idea suelta o dar por terminada alguna otra sujeta a la relatividad es que termino el mes que pasó del año que pasó. Lleno cada día en lo posible el recuerdo que apunte como rastro para volver en los pasos atrás, trató como vengo diciendo de ser lo más preciso, vuelvo. Volví.
Dentro de la gran gama de compromisos que podía resolver durante esas fechas se montaron dos que podían ser las más oportunas – irónicamente- en cuanto a distancia y tiempo de recorrido. El primero es una necesidad acostumbrada que viene de años de años, de recuerdos de infancia en esas mismas paredes y con el mismo color de siempre. Con una familia que a lo largo de todo este tiempo me ha dado un lugar en el respeto y tradición de saludar con la misma sonrisa de siempre. Con el compromiso siempre en la memoria, me doy el singular viaje que nunca me terminó de parecer corto para caer en una reunión que no tendría que ser necesaria si contamos lo importante que puede ser el hecho que estemos ahí. Muchas cosas y muchas razones me pueden llevar a ir de nuevo siempre y cuando tenga la oportunidad, es por eso que dejar de ir sería una tontería más que grande y sé que con la misma confianza con la cual paso la puerta sin timbre, doy la curva, entro por la cocina o la sala y terminamos conversando donde el humo del cigarro no me moleste y sea más cómodo reírnos de todas las cosas que podemos recordar, suponer, alucina, fastidiar, crear, desenredar y más, de todo eso y mucho más. Y por eso seguiré yendo y mucho más. Hermano.
En cuanto a compromisos de asistencia siempre termino cediendo por más complicado que resulte la travesía, y no por débil sino por afecto. Entonces luego de cumplir y dar por concluida mi participación en un lado de Lima, fue que salgo camino a mi segunda estancia de la noche, cumpleañera también. Entonces, salgo, tomo un carro, tomo otro, camino y camino, tomo un taxi y camino por si las dudas. Llego cuando algunos ya salen, pero bueno lo importante esta adentro y adentro lo importante acaba de correr hacia el baño como persecución policial y tras atrincherarse varios minutos sale derrotada entre brazos de queridos y sube, o bueno, la suben donde debería estar más humanamente cómoda. Ya vine, si. Feliz cumple. Por lo demás, mucha risa por ahí y un par de cosas muy interesantes que ver y sonreír para pecar de inocente, y aunque el motivo nunca bajo porque logró vencer a la gravedad y murió muy feliz en su lecho, vale la intención y el sentimiento, entonces vale agregar, feliz cumple y te adoro.
No, las fiestas en este mes insaciable no acaban. Los planes de tantas ideas se quedaron entre números pasados para quedar con la idea de que a veces son solo ideas y no regalos. Entonces no conseguí lograr la idea hecha pelota desde semanas atrás y nunca me agarró tan frió como aquella noche ese momento cuando tenía que resolverlo de algún modo, juré vengarme en alguna oportunidad, lo juré como tantas promesas escribí en la palma para no olvidarme pero como siempre lo deje pendiente.
Entonces llegué, salude a uno de los tantos conocidos. Subí y toque el timbre, mientras detrás de la puerta practicaba el saludo. No, uhm, así tampoco, entonces, no..., hola? Se abrió la puerta y puse mi sonrisa de último momento mientras seguía pensando la improvisación falsa antes que sea necesaria, pero nada, la abrace si y la cargue con vuelta incluida sin pensar no, y mientras gritaba que la bajara yo seguía pensando en que más y ahí me quede. Entramos y luego de ser descubierta la cómplice no quedó más remedio que replantear la situación y tratar de que el tiempo avance lo más lento posible. Duh. No fue como lo planeé, ni se acercó a lo que podía imaginar, pero desde ese momento jure volver y salir con algo más de triunfo y un poco más de gloria. Esa fue una promesa de las pocas que pude cumplir, y valió millones. Feliz cumple y te amo.
Un día llegando a la universidad me llaman y me proponen provocarme un derrame cerebral de trabajo durante los siguientes días que acepto por la inercia del amor hacia la camiseta blanca con la casita en el pecho. Tras días y noches de angustias, estrés, discusiones con uno mismo y con el ambiente, con sueños muy poco producidos y con la compañía de cada momento que se hacía sentía y se agradecía en su momento, tras eso pude completar una odisea de papeles, nombres, horas y cansancio totalmente feliz. Feliz de llevar al extremo el trabajo, y de que había alguien a mi costado.
Llegado el día y los demás, sentí que había demasiado por hacer con tan poco espacio. Y mientras los días pasaban entre caminar de un lugar a otro usando el -hasta ese momento- bastante precario poder de la multiplicación por las tardes muchas veces me solía esconder dentro de una burbuja en forma de banca y que dejaba que cayeran los segundos uno a uno sin tocarse entre ellos, así no importaba donde estuvieran solo cuando reventaban podían despertarme.
Y fueron más las noches cuando reventaban estos segundos, haciendo que la falta de los mismos se conviertan en minutos y más multiplicados por la distancia de un camino sin nada, ni siquiera de poder verlo.
Sin música de soundtrack, ni créditos durante la despedida, ni un post producción y mucho menos los aplausos de una victoria visual se pudo llevar el regreso que tampoco resultó ser del todo regreso, porque ya había regreso semanas antes y nunca terminé de entender si realmente me pude ir, y cuando volví supe que aún había dejado olvidado algo, debajo o encima, algún segundo sigue buscando donde reventar en medio de tanta noche.
Mientras suponía que me estaba quedando con algún tipo de merecimiento y permanencia, por otro lado habían situaciones que se tenían que ir y dejar otros con los suyos en la mano y despidiéndose entre ellos. Yo, alejado de la situación tenía en claro que la única despedida que me preocupaba era aquella que me rondaba la cabeza y que no tenía fecha de salida. Sin embargo, sin planear ni dejar de pensar seguí con la intención de entender algún día y con la misma, la puse en el bolsillo derecho y salí de noche. De un momento a otro podía hacerme el confundido con toda la propiedad y derecho del mundo el cual ya me ayudaba dándome la contra y declarándome la guerra abiertamente, pude ser menos evidente de rato en rato y en otras pude ser mas certero pero siendo más realistas fue difícil llevar las horas una detrás de otra para al final terminar sentado afuera con la cabeza dentro, parpadeando.
Al rato me di cuenta que podíamos estar ahí cuanto tiempo fuese necesario sin que ni siquiera la mañana que ya se asomaba se pusiera de acuerdo también, escuché muchas versiones de las razones más oportunas y necesarias durante un camino que sin darme cuenta me llevaba al mismo punto de todos esos días, no hicimos ni quedamos algo del cual pudiera sorprendernos ni mucho menos a mí, la costumbre y la paciencia comenzaba a cobrar las víctimas que luego durante largas batallas pudo cobrar de un solo porrazo y haber evitado semejante reajuste innecesario de desgaste y de idas y venidas, pero siguió y no iba de acuerdo a la razón que alguna vez trate de incubar y se perdió.
Tengo que aceptar lo complicado que me resulta hacer este tipo de resumenes, no hay tiempo que pueda invertir en seguir recordando un año importante y lleno de subidas y bajadas de todo tipo, de nuevos acercamientos y de logros personales, no puedo y no quiero pues prefiero estar al tanto con este presente que se me esta pasando con tan buenos momentos como los del año pasado, asi de interesantes. Por eso, Marzo fue el último mes que resumiré del año pasado, hubiera preferido poder abarcar más momentos pero en el balance termina siendo innecesario, quizás más adelante pueda en algún otro post condimentarlo con momentos que pasé de largo, por mientras trataré de volver al inicio de todo esto, al día día que pasó ayer y hoy, y a todas esas casualidades que por sufrimiento terminé siendo testigo.
[ zo]
Para no dejar inconclusa alguna idea suelta o dar por terminada alguna otra sujeta a la relatividad es que termino el mes que pasó del año que pasó. Lleno cada día en lo posible el recuerdo que apunte como rastro para volver en los pasos atrás, trató como vengo diciendo de ser lo más preciso, vuelvo. Volví.
Dentro de la gran gama de compromisos que podía resolver durante esas fechas se montaron dos que podían ser las más oportunas – irónicamente- en cuanto a distancia y tiempo de recorrido. El primero es una necesidad acostumbrada que viene de años de años, de recuerdos de infancia en esas mismas paredes y con el mismo color de siempre. Con una familia que a lo largo de todo este tiempo me ha dado un lugar en el respeto y tradición de saludar con la misma sonrisa de siempre. Con el compromiso siempre en la memoria, me doy el singular viaje que nunca me terminó de parecer corto para caer en una reunión que no tendría que ser necesaria si contamos lo importante que puede ser el hecho que estemos ahí. Muchas cosas y muchas razones me pueden llevar a ir de nuevo siempre y cuando tenga la oportunidad, es por eso que dejar de ir sería una tontería más que grande y sé que con la misma confianza con la cual paso la puerta sin timbre, doy la curva, entro por la cocina o la sala y terminamos conversando donde el humo del cigarro no me moleste y sea más cómodo reírnos de todas las cosas que podemos recordar, suponer, alucina, fastidiar, crear, desenredar y más, de todo eso y mucho más. Y por eso seguiré yendo y mucho más. Hermano.
En cuanto a compromisos de asistencia siempre termino cediendo por más complicado que resulte la travesía, y no por débil sino por afecto. Entonces luego de cumplir y dar por concluida mi participación en un lado de Lima, fue que salgo camino a mi segunda estancia de la noche, cumpleañera también. Entonces, salgo, tomo un carro, tomo otro, camino y camino, tomo un taxi y camino por si las dudas. Llego cuando algunos ya salen, pero bueno lo importante esta adentro y adentro lo importante acaba de correr hacia el baño como persecución policial y tras atrincherarse varios minutos sale derrotada entre brazos de queridos y sube, o bueno, la suben donde debería estar más humanamente cómoda. Ya vine, si. Feliz cumple. Por lo demás, mucha risa por ahí y un par de cosas muy interesantes que ver y sonreír para pecar de inocente, y aunque el motivo nunca bajo porque logró vencer a la gravedad y murió muy feliz en su lecho, vale la intención y el sentimiento, entonces vale agregar, feliz cumple y te adoro.
No, las fiestas en este mes insaciable no acaban. Los planes de tantas ideas se quedaron entre números pasados para quedar con la idea de que a veces son solo ideas y no regalos. Entonces no conseguí lograr la idea hecha pelota desde semanas atrás y nunca me agarró tan frió como aquella noche ese momento cuando tenía que resolverlo de algún modo, juré vengarme en alguna oportunidad, lo juré como tantas promesas escribí en la palma para no olvidarme pero como siempre lo deje pendiente.
Entonces llegué, salude a uno de los tantos conocidos. Subí y toque el timbre, mientras detrás de la puerta practicaba el saludo. No, uhm, así tampoco, entonces, no..., hola? Se abrió la puerta y puse mi sonrisa de último momento mientras seguía pensando la improvisación falsa antes que sea necesaria, pero nada, la abrace si y la cargue con vuelta incluida sin pensar no, y mientras gritaba que la bajara yo seguía pensando en que más y ahí me quede. Entramos y luego de ser descubierta la cómplice no quedó más remedio que replantear la situación y tratar de que el tiempo avance lo más lento posible. Duh. No fue como lo planeé, ni se acercó a lo que podía imaginar, pero desde ese momento jure volver y salir con algo más de triunfo y un poco más de gloria. Esa fue una promesa de las pocas que pude cumplir, y valió millones. Feliz cumple y te amo.
Un día llegando a la universidad me llaman y me proponen provocarme un derrame cerebral de trabajo durante los siguientes días que acepto por la inercia del amor hacia la camiseta blanca con la casita en el pecho. Tras días y noches de angustias, estrés, discusiones con uno mismo y con el ambiente, con sueños muy poco producidos y con la compañía de cada momento que se hacía sentía y se agradecía en su momento, tras eso pude completar una odisea de papeles, nombres, horas y cansancio totalmente feliz. Feliz de llevar al extremo el trabajo, y de que había alguien a mi costado.
Llegado el día y los demás, sentí que había demasiado por hacer con tan poco espacio. Y mientras los días pasaban entre caminar de un lugar a otro usando el -hasta ese momento- bastante precario poder de la multiplicación por las tardes muchas veces me solía esconder dentro de una burbuja en forma de banca y que dejaba que cayeran los segundos uno a uno sin tocarse entre ellos, así no importaba donde estuvieran solo cuando reventaban podían despertarme.
Y fueron más las noches cuando reventaban estos segundos, haciendo que la falta de los mismos se conviertan en minutos y más multiplicados por la distancia de un camino sin nada, ni siquiera de poder verlo.
Sin música de soundtrack, ni créditos durante la despedida, ni un post producción y mucho menos los aplausos de una victoria visual se pudo llevar el regreso que tampoco resultó ser del todo regreso, porque ya había regreso semanas antes y nunca terminé de entender si realmente me pude ir, y cuando volví supe que aún había dejado olvidado algo, debajo o encima, algún segundo sigue buscando donde reventar en medio de tanta noche.
Mientras suponía que me estaba quedando con algún tipo de merecimiento y permanencia, por otro lado habían situaciones que se tenían que ir y dejar otros con los suyos en la mano y despidiéndose entre ellos. Yo, alejado de la situación tenía en claro que la única despedida que me preocupaba era aquella que me rondaba la cabeza y que no tenía fecha de salida. Sin embargo, sin planear ni dejar de pensar seguí con la intención de entender algún día y con la misma, la puse en el bolsillo derecho y salí de noche. De un momento a otro podía hacerme el confundido con toda la propiedad y derecho del mundo el cual ya me ayudaba dándome la contra y declarándome la guerra abiertamente, pude ser menos evidente de rato en rato y en otras pude ser mas certero pero siendo más realistas fue difícil llevar las horas una detrás de otra para al final terminar sentado afuera con la cabeza dentro, parpadeando.
Al rato me di cuenta que podíamos estar ahí cuanto tiempo fuese necesario sin que ni siquiera la mañana que ya se asomaba se pusiera de acuerdo también, escuché muchas versiones de las razones más oportunas y necesarias durante un camino que sin darme cuenta me llevaba al mismo punto de todos esos días, no hicimos ni quedamos algo del cual pudiera sorprendernos ni mucho menos a mí, la costumbre y la paciencia comenzaba a cobrar las víctimas que luego durante largas batallas pudo cobrar de un solo porrazo y haber evitado semejante reajuste innecesario de desgaste y de idas y venidas, pero siguió y no iba de acuerdo a la razón que alguna vez trate de incubar y se perdió.
Tengo que aceptar lo complicado que me resulta hacer este tipo de resumenes, no hay tiempo que pueda invertir en seguir recordando un año importante y lleno de subidas y bajadas de todo tipo, de nuevos acercamientos y de logros personales, no puedo y no quiero pues prefiero estar al tanto con este presente que se me esta pasando con tan buenos momentos como los del año pasado, asi de interesantes. Por eso, Marzo fue el último mes que resumiré del año pasado, hubiera preferido poder abarcar más momentos pero en el balance termina siendo innecesario, quizás más adelante pueda en algún otro post condimentarlo con momentos que pasé de largo, por mientras trataré de volver al inicio de todo esto, al día día que pasó ayer y hoy, y a todas esas casualidades que por sufrimiento terminé siendo testigo.
jueves, 2 de abril de 2009
La casualidad de un mes - Parte III-a
Atrasado. Debido al inicio de nuevas cosas y el término de otras es que mi tiempo se dividió en todo lo que me pude multiplicar, falta de organización, coordinación y demas -ción-es que se quedaron entre líneas. Advierto desde este momento que lo complicado de la lectura se debe a las horas en las cuales se formaron cada oración, trataré en lo posible no hacerles la labor tan complicada como esta. Pero ahi va.
Primera parte de la tercera parte. Porque es tan minucioso que se divide en dos. Y ahí va la mitad de treinta y uno.
[Mar ]
Marzo es un mes de celebraciones. Mes en donde en promedio cada día tengo dos cumpleaños de amigos y/o conocidos, si no fuese por un par de días -cual figuritas que faltan en un álbum- cada día dejaría un mensaje cumpleañero deseando lo mejor del mundo, que la haya pasado chévere, que nos vemos pronto y que te cuides, todo eso sin llegar a ser ni tan optimista digno de una patada ni tan triste que tenga que poner signos de exclamación entre palabras. Marzo es un mes donde tengo que negociar los términos y acuerdos conmigo mismo para poder llevar un año con la tranquilidad del caso pero sin ser yo mismo, ni tampoco dejarme vencer. Marzo es un mes difícil.
Luego de algunos saludos durante los primeros días de este maravilloso mes voy cocinando la idea de hacer algo el fin de semana porque yo también puedo celebrar, ¿no? Ideas sueltas con personas aún más sueltas y no muy cuerdas hace que los días sigan pasando sin darme cuenta que no hay nada en la mano, ni en el papel, ni mucho menos en mente.
Como es propio de mi naturaleza, me incomoda estar en el medio de todo. Me jode terriblemente que de forma condicionada por una fecha sea yo quien decida tal o cual cosa y se “tenga” que cumplir a cabalidad. Tú dirás. Puede ser. Normal.
Lamentablemente una noticia hace un tanto mas opaco el día pero sin embargo necesario recordarlo. En mi vida no he tenido tantas despedidas permanentes, quizás las pocas que he tenido no las he sentido de una forma tan cercana aunque debieron serlo, lo fueron días, semanas o meses después cuando recuerdo que no lo hice antes, cuando justamente cae en el momento menos preciso de los pensamientos y cuando me repito nuevamente las cosas que debí haber dicho y las cosas que diré. Parece que no aprendo. Olvidando tácitamente como debía ser el día, me uní a la despedida, que sin llegar a ser tan cercano, me fui ajeno a cualquier posición.
Tengo que aceptar que no recuerdo con exactitud como fue el encuentro, pero estaba ahí afuera mientras en todos lados pasaban todo lo demás. No importaba, el momento era mucho más pero lamentablemente como tantas casualidades malintencionadas por el destino, el problema de otros podía superponer mis necesidades y verdades. Mientras las preguntas llegaban de un oído y trataba de resolverlas rápidamente para evitar cualquier evidencia de falta de atención, los demás sentidos –sino son todos- se encontraban luchando entre arrojar a la pista el celular y desde ahí seguir afirmando y asintiendo cada cosa o simplemente tener el momento transcurrido conversando en un día que ya era noche y por eso se podía disfrutar mejor. Conociéndome e incluso apostándome en contra y ganando con ventaja, deje que el momento se fuera junto con todos los taxis que debí tomar en su momento o con las cuadras que debimos haber caminando mientras seguía siendo noche. Finalmente, la apuesta aumentó y gane como el perdedor vencido por su bondad y paciencia. Paciencia que nunca más hubiera querido tener. Caminamos como siempre antes y tantos después pero la paciencia de otras apuestas tenía otra velocidad y con la misma me mandaron a intentar romper el protocolo del dejarte en tu casa e irme con la tranquilidad de que por lo menos la calle no tendrá la culpa de lo que pueda pasar. Y salí disparado por la hora y la presión.
Como era de esperarse el tiempo no tuvo la misma misericordia conmigo que con otros tantos y acertó en el momento preciso para fregarme la vida y con total impunidad hacerme casi quedar sin piso. Fui feliz al ver tantas caras conocidas, tantas excusas ahí sentadas que guardaban más que simples recuerdos o momentos incompletos. Fui feliz al saber que en tan poco tiempo pude cambiar tanta nada en tanto todo y ahí todos ellos sentados e incluso aún llegando recordé que yo también podía celebrar, siquiera un poquito.
Las horas pudieron pasar pero el momento parpadeaba por instantes, se ocultaba y se desviaba ante la atenta mirada de cualquier movimiento ajeno y que se pudiera acercar a no menos que la visual de la noticia a media tinta, sin embargo el querer pasar de un momento a un largo y pausado minuto de sinceridad hacia que la torpeza innata de mi persona sufriera resaltos de brillantez sin terminar de coronarse como un buen jugador, ni siquiera el sobresaliente del partido. Empate cero a cero.
Partido aparte fue la crisis ocasionada por un par de goles-tragedia contra un rival de turno color cochinada, muy orgullosos ellos por cierto. La desesperación unida al cansancio y a la aproximación de una derrota casi irreversible hacía que la noche pasara de forma trágicamente y con el orgullo sangrando sin parar. Fue una hemorragia de orgullo, aún no nos cobramos la revancha. Algún día. Malditos.
La casualidad como momentos antes lo ha venido demostrando, esta dotada de una sutileza y tacto realmente exquisitos, sabe cuando aparecer y correr con la misma, sabe como colocar en orden una que otra situación o motivo para que de cualquier otra forma imposible no pueda ocurrir y ella lo pudiera disfrutar. Aun era de madrugada y si alguno estuvo gritando fuera de la ventana, era necesario reubicar al irresponsable este y seguir siendo uno que otro, otro por uno. Recorrido con roces sin mirar de reojo.
Pero el viaje duro quizás más de lo necesario y aunque tuvo sus momentos de cierto desconcierto para ajenos, solo cuando un par de asientos estuvieron libres se comenzó a llenar algunos momentos que luego serian un poco más eternos. Bajamos, caminamos, subimos y nos perdimos. Fácil tarea si se le encomienda a la memoria de meses atrás pero siempre y cuando puedas tener a la mano la paciencia para poder buscarla, el tiempo podía pasar a cuenta gotas y el sol no podía quemar más sin avisar previamente, claro está que si una cosa falla entonces hay que ir al lugar seguro aunque hace tiempo que nadie se haya acercado siquiera a revisar el contenido.
Una, dos, quizás tres y fracción más pasaron por la puerta y alrededor de la cancha olvidada, luego de intentar hacer el trabajo llegó el verdadero trabajo, llegó solo y con no muchas ganas de colaborar. Buenas tardes, sí, acá es. De grupos grandes y más grandes con la idea de llenar los espacio pequeños, uno a dos y tres fueron entrando tratando de ser más sin morir en el intento, un viaje para descansar nuevamente del borde del cansancio y abajo para sí, acá es, bajo bajo y nuevamente bajar para subir.
Se reparte todo cuanto se puede y se mira todo cuando se debe, un rato cuando parece que todo va a acabar y otro instante luego cuando parece que todos se van. Y van.
Como a estas alturas la costumbre ya tiene su lugar incluso en tan lejos de las calles y parques es que me quedo para ver como puede pasar el sol al otro lado así tan lejos y una noche tan despejada que sin tener que voltear también puedo ver.
Llegan varios, entramos donde podemos y con la misma pose y forma las horas trabajan para que pase una que otro tema pendiente que quedó así, pendiente.
De día, acabando la última de las tareas más que prolongada sentía que el trabajo no se encontraba en esa columna de ondas sólidas, sino que se encontraba unas cuadras más saliendo a la izquierda, arriba a la derecha y saltando dos piedras más, pero ahora estoy acá y obvio que tengo que regresar.
Me despido como acostumbró y rebuscó un intento para hacerlo más largo e importante, pero joven, ese carro tienes que tomar, y con la prisa me subo y sé que voy a regresar. El camino de regreso lo conozco desde tiempo y con la misma vista sé que me quedaré, regreso y compruebo que todo esta como lo dejé y quizás la diferencia en mí no era tan mía a fin de cuentas, recuerdo todo y descanso. Descanso por hoy.
[Mar ]
Marzo es un mes de celebraciones. Mes en donde en promedio cada día tengo dos cumpleaños de amigos y/o conocidos, si no fuese por un par de días -cual figuritas que faltan en un álbum- cada día dejaría un mensaje cumpleañero deseando lo mejor del mundo, que la haya pasado chévere, que nos vemos pronto y que te cuides, todo eso sin llegar a ser ni tan optimista digno de una patada ni tan triste que tenga que poner signos de exclamación entre palabras. Marzo es un mes donde tengo que negociar los términos y acuerdos conmigo mismo para poder llevar un año con la tranquilidad del caso pero sin ser yo mismo, ni tampoco dejarme vencer. Marzo es un mes difícil.
Luego de algunos saludos durante los primeros días de este maravilloso mes voy cocinando la idea de hacer algo el fin de semana porque yo también puedo celebrar, ¿no? Ideas sueltas con personas aún más sueltas y no muy cuerdas hace que los días sigan pasando sin darme cuenta que no hay nada en la mano, ni en el papel, ni mucho menos en mente.
Como es propio de mi naturaleza, me incomoda estar en el medio de todo. Me jode terriblemente que de forma condicionada por una fecha sea yo quien decida tal o cual cosa y se “tenga” que cumplir a cabalidad. Tú dirás. Puede ser. Normal.
Lamentablemente una noticia hace un tanto mas opaco el día pero sin embargo necesario recordarlo. En mi vida no he tenido tantas despedidas permanentes, quizás las pocas que he tenido no las he sentido de una forma tan cercana aunque debieron serlo, lo fueron días, semanas o meses después cuando recuerdo que no lo hice antes, cuando justamente cae en el momento menos preciso de los pensamientos y cuando me repito nuevamente las cosas que debí haber dicho y las cosas que diré. Parece que no aprendo. Olvidando tácitamente como debía ser el día, me uní a la despedida, que sin llegar a ser tan cercano, me fui ajeno a cualquier posición.
Tengo que aceptar que no recuerdo con exactitud como fue el encuentro, pero estaba ahí afuera mientras en todos lados pasaban todo lo demás. No importaba, el momento era mucho más pero lamentablemente como tantas casualidades malintencionadas por el destino, el problema de otros podía superponer mis necesidades y verdades. Mientras las preguntas llegaban de un oído y trataba de resolverlas rápidamente para evitar cualquier evidencia de falta de atención, los demás sentidos –sino son todos- se encontraban luchando entre arrojar a la pista el celular y desde ahí seguir afirmando y asintiendo cada cosa o simplemente tener el momento transcurrido conversando en un día que ya era noche y por eso se podía disfrutar mejor. Conociéndome e incluso apostándome en contra y ganando con ventaja, deje que el momento se fuera junto con todos los taxis que debí tomar en su momento o con las cuadras que debimos haber caminando mientras seguía siendo noche. Finalmente, la apuesta aumentó y gane como el perdedor vencido por su bondad y paciencia. Paciencia que nunca más hubiera querido tener. Caminamos como siempre antes y tantos después pero la paciencia de otras apuestas tenía otra velocidad y con la misma me mandaron a intentar romper el protocolo del dejarte en tu casa e irme con la tranquilidad de que por lo menos la calle no tendrá la culpa de lo que pueda pasar. Y salí disparado por la hora y la presión.
Como era de esperarse el tiempo no tuvo la misma misericordia conmigo que con otros tantos y acertó en el momento preciso para fregarme la vida y con total impunidad hacerme casi quedar sin piso. Fui feliz al ver tantas caras conocidas, tantas excusas ahí sentadas que guardaban más que simples recuerdos o momentos incompletos. Fui feliz al saber que en tan poco tiempo pude cambiar tanta nada en tanto todo y ahí todos ellos sentados e incluso aún llegando recordé que yo también podía celebrar, siquiera un poquito.
Las horas pudieron pasar pero el momento parpadeaba por instantes, se ocultaba y se desviaba ante la atenta mirada de cualquier movimiento ajeno y que se pudiera acercar a no menos que la visual de la noticia a media tinta, sin embargo el querer pasar de un momento a un largo y pausado minuto de sinceridad hacia que la torpeza innata de mi persona sufriera resaltos de brillantez sin terminar de coronarse como un buen jugador, ni siquiera el sobresaliente del partido. Empate cero a cero.
Partido aparte fue la crisis ocasionada por un par de goles-tragedia contra un rival de turno color cochinada, muy orgullosos ellos por cierto. La desesperación unida al cansancio y a la aproximación de una derrota casi irreversible hacía que la noche pasara de forma trágicamente y con el orgullo sangrando sin parar. Fue una hemorragia de orgullo, aún no nos cobramos la revancha. Algún día. Malditos.
La casualidad como momentos antes lo ha venido demostrando, esta dotada de una sutileza y tacto realmente exquisitos, sabe cuando aparecer y correr con la misma, sabe como colocar en orden una que otra situación o motivo para que de cualquier otra forma imposible no pueda ocurrir y ella lo pudiera disfrutar. Aun era de madrugada y si alguno estuvo gritando fuera de la ventana, era necesario reubicar al irresponsable este y seguir siendo uno que otro, otro por uno. Recorrido con roces sin mirar de reojo.
Pero el viaje duro quizás más de lo necesario y aunque tuvo sus momentos de cierto desconcierto para ajenos, solo cuando un par de asientos estuvieron libres se comenzó a llenar algunos momentos que luego serian un poco más eternos. Bajamos, caminamos, subimos y nos perdimos. Fácil tarea si se le encomienda a la memoria de meses atrás pero siempre y cuando puedas tener a la mano la paciencia para poder buscarla, el tiempo podía pasar a cuenta gotas y el sol no podía quemar más sin avisar previamente, claro está que si una cosa falla entonces hay que ir al lugar seguro aunque hace tiempo que nadie se haya acercado siquiera a revisar el contenido.
Una, dos, quizás tres y fracción más pasaron por la puerta y alrededor de la cancha olvidada, luego de intentar hacer el trabajo llegó el verdadero trabajo, llegó solo y con no muchas ganas de colaborar. Buenas tardes, sí, acá es. De grupos grandes y más grandes con la idea de llenar los espacio pequeños, uno a dos y tres fueron entrando tratando de ser más sin morir en el intento, un viaje para descansar nuevamente del borde del cansancio y abajo para sí, acá es, bajo bajo y nuevamente bajar para subir.
Se reparte todo cuanto se puede y se mira todo cuando se debe, un rato cuando parece que todo va a acabar y otro instante luego cuando parece que todos se van. Y van.
Como a estas alturas la costumbre ya tiene su lugar incluso en tan lejos de las calles y parques es que me quedo para ver como puede pasar el sol al otro lado así tan lejos y una noche tan despejada que sin tener que voltear también puedo ver.
Llegan varios, entramos donde podemos y con la misma pose y forma las horas trabajan para que pase una que otro tema pendiente que quedó así, pendiente.
De día, acabando la última de las tareas más que prolongada sentía que el trabajo no se encontraba en esa columna de ondas sólidas, sino que se encontraba unas cuadras más saliendo a la izquierda, arriba a la derecha y saltando dos piedras más, pero ahora estoy acá y obvio que tengo que regresar.
Me despido como acostumbró y rebuscó un intento para hacerlo más largo e importante, pero joven, ese carro tienes que tomar, y con la prisa me subo y sé que voy a regresar. El camino de regreso lo conozco desde tiempo y con la misma vista sé que me quedaré, regreso y compruebo que todo esta como lo dejé y quizás la diferencia en mí no era tan mía a fin de cuentas, recuerdo todo y descanso. Descanso por hoy.
miércoles, 25 de febrero de 2009
La casualidad de un mes - Parte II
Tenía un tanto olvidada la tarea de resumir el año que paso para ustedes, pero como promesa golpeada en alguna pared les dejo el segundo mes de un año más que interesante. Prometo -nuevamente- ser más conciso para el siguiente mes que espero presentar en los siguientes días. Sin más vueltas, la continuación de la primera parte.
[Febrero]
Febrero bisiesto. Febrero con un día más en bolsillos para jugar esas cartas suicidas que se guardan con el tiempo. En este mes la oficina entra en descanso -merecido también- así que mi tiempo lo invierto entre las clases de verano de la universidad y en cuanto lugar pueda con cuanta gente pueda, quiero todo, todo! Las clases siguieron como siempre, con el par de horas más entretenido que un señor ingeniero hidráulico puede dar ¡Espléndido! Algunas veces no se entendía nada de lo que decía y con menos suerte, lo que escribía. La manera tan ineficiente de explicar el curso era solo comparable con la forma como se maneja ciclo a ciclo la matrícula en la universidad y el esfuerzo que se hace para poder sobrevivir a ella, pero a pesar de todo, fiel a mis principios y a la tonta (sobre) confianza que tenía sobre mis conocimientos del siempre coordinado movimiento de fluidos fue que sin mucha importancia miraba al ingeniero y pensaba: pobre, sin pensar que al final el pobre se encontraba dando el examen final con los nervios hechos basura.
Definitivamente me encontraba disfrutando un verano bastante merecido, y dándome el gusto iba por las noches a comunicarlo. Uno que otro cumple, quizás uno solo pero que con buen ojo se pudo apreciar muy bien, porque no-hay-forma, por más vueltas que le daba y le volvía a dar – a ella también- así fuese un tanto evidente.
(…)
Entre una de esas que jugaba a las escondidas con ella, quede más que sorprendido cuando me encontraron sin siquiera haberme conocido. De las múltiples formas como un mensaje puede ser recibido la más preocupante es aquella que deseas esperar pero cuando te das cuenta termina siendo lo contrario. Por un rato, todo se detuvo y también mi vida. Por todo lo que me faltaba vivir y lo que deje pasar, por tanto pensar en ecuaciones y teorías que dibuje en el aire, por todas las razones y motivos que alguna vez tuve que escribir y por mí, por ti, es que me di cuenta que no vivía. No tuve reacción alguna ni mucho menos acción, reproducía un deja vu del momento y buscaba la explicación y lo volvía a leer y de nuevo, de nuevo. Podía llorar con todas las ganas que sentía en ese momento de la ignorancia y del entendimiento que significaba el mensaje, podía reír de la impotencia de no vivir mejor y la desesperación que significaba tener que comerme el orgullo de un solo bocado. Me reí, forzosamente pero me seguía convenciendo de que tenía que reírme mientras unas lágrimas tuvieron que salir. Reí, porque hasta en eso fui lo suficientemente cobarde.
(…)
Debido aún a la emoción de ver como se puede ayudar a dar un paso adelante en la vida de las personas con estar unos días siendo compañeros y familia, fue que regresamos a visitarlos luego de tener aún el recuerdo de una despedida improvisada.
Época de carnavales, época peligrosa. Momento de ponerse más alertas cuando acaba la esquina y ves la hora, más aún en lugares donde el agua no abunda – irónico y hasta cierto punto sarcástico, pero real – entonces es que tratas de ablandar el corazón de niños ávidos de mojar a cuan cosa que se mueva puedan alcanzar, corriendo o lanzamiento libre. Entonces corres, corres, te escondes, te agachas olvidando que así los ayudas más y en medio de la desesperación arruinas todo rompiendo el arma, la esencia del juego se fue al tacho y tratas de hacerte el loco, miras por aquí, por allá y prometes volver para compensar el daño hecho, sí claro. Igual es un buen día porque aunque no estemos todos, somos varios. Somos los mismos que vivimos dentro de cuatro paredes y nos compartimos, en algunos casos de forma más desproporcionadas que otras.
(…)
Es una tarde cualquiera pero somos personas especiales, a fin de cuentas
- Quiero ir!
- Pero, ¿sabes cómo se hace para ir?
- Uhm. Creo que se llama nomás
- Que, ¿sí?, ya pues. Ahorita llamo
- En serio?
Los nervios, que son naturalmente tontos de por si, tienen varios efectos en una persona. Olvidamos las cosas importantes y recordamos las insignificantes, hace que el tiempo pase más lento aunque dentro de ti estés corriendo a mil. La espera se hace larga y el momento más crítico pero vale la pena, por supuesto. Mi mente esta ahí, en ese instante y luego también, valió la pena y lo sigue valiendo.
Los nervios, que son naturalmente tontos de por sí, tienen varios efectos en una persona.
Te hacen ver más linda.
(…)
Un encuentro puede hacer que algunas verdades –de todo calibre- vean la luz sin antes uno ponerse algún tipo de protección. Lo interesante de todo eso es que la confianza se confunde con el juego y uno ya no puede creer en la veracidad de los comentarios e historias, difícil de entender y de controlar. Disparos de secretos y risas automáticamente activadas hacen que nos olvidemos de cualquier diferencia que pudo marcar o dejar los cerros, el sol y el trabajo diario.
Así como esa vez, las siguientes semanas se volvieron similares en cuanto el punto final y cerrando la noche y comenzando el día una de esas me terminaron por completo y me comencé diferente.
La sorpresa seguida por un arranque de osadía son cosas que me siguen tomando desprevenido, he aprendido a darme cuenta y aceptarlas, pero en ese momento fue más que una simple impresión y una respuesta o acción adecuada. Soy complicado, lo sé, pero aún así las cosas simples me gustan sin ningún motivo, aún tenga uno guardado en el puño izquierdo.
Mientras trataba de entender semejante asalto a mi soledad trataba de buscar el momento en el cual me perdí y deje de ser el testigo que siempre fui, la pela que veía había cobrado vida y estaba al lado mío, de la mano, mirando. Y sigo caminando.
Pudo haber durado varios kilómetros más y pudo haberse parado el tiempo y sabe Dios que otro arreglo pudo haber pasado para que tuviera algún tipo de pensamiento, pero aunque no era testigo de mi vida, la casualidad había colocado un letrero gigante encima mío que decía SE REGALA. Pasaron más minutos y un par de horas también, me acostumbraba y me sentía cada vez más aclimatado, como buen camaleón que suelo ser en momentos imprecisos, el color que me vestía era un tanto borroso y fácil de colorear pero tampoco podía darme el lujo de ser algo más y la volvía agarrar de la mano. Y la ola rompía de nuevo.
Por momentos recordaba esas noches de calles que me conocían y sorpresas en la bolsa, y por ratos comprendía que era innecesario la tortura de ser yo como tiempos aquellos donde el destino estaba escrito apenas lo había pensado y hasta algunas veces decidido, entonces una ola más rompía y no estaba seguro si mi vida podría cambiar un poco, solo un poco. Los días pasaron pero mi vida no, y el recuerdo se quedo pintado en el celular, la pantalla y algún que otro comentario suelto sin querer, pero para no perder la costumbre la cobardía me robaba el guión y se ganaba uno que otro premio a actor principal, secundario, director y hasta honorífico, todos el muy maldito.
No recuerdo en que momento tampoco decidí tomar el control de mis acciones y comenzar jugar apostando alguna ficha de diferente color, no sé que pasó que me hizo pensar si podía ser yo sin tener que meterme en una bolsa impermeable y grande, pero de algún modo y otro tenía que pasar fuese como fuese, si no era yo era ella, o ella y yo. Total como tenía la costumbre no importaba a fin de cuentas la diferencia iba encerrada en canciones y caminatas nocturnas para ser yo de nuevo.
(…)
Pude evitarlo varias veces, hacerme el loco otras más, pero fue inevitable que ese letrero gigante que aún tenía en la cabeza se pudiera borrar del todo. Me podía sentir un poco más, pero a la vez me podía perder entre tantas operaciones y cálculos innecesarios, por eso solo seguí que la explicación cayera de algún hueco del cielo, pero nunca paso.
Y cuando sentía que ya, que estuvo bueno el rato y la duda podía ser incubada como tantas veces otras así que reviente el alma y los ojos tratando de encontrarla fue que lo innecesario y sospechoso me llamaran para recogerla y pudiera ser otra vez un momento inexplicable. Luego de eso era obvio que siguiera de largo sin darme cuenta del camino y apareciera como si hubiese retrocedido el tiempo en un lugar algo conocido. Resignado por mi estupidez e incrédulo por la razón, regrese a mi casa mucho más desubicado que unas horas atrás y mucho más confundido que otros días más atrás.
Regrese caminando mientras volaba pensando si podía mantenerme así. Volaba y sentía que bueno, alguna vez podía suceder y lo borraba automáticamente porque era yo quien lo decía, yo y solo yo, muy poco sustento para poder quedar en algo con la vida. No negociable. Sin embargo, aún me confundía más el hecho que estaba dejando de lado algo que me seguí moviendo como cuando veía la ventana de lejos y reía de solo pensar ser tan inteligente con ella y no conmigo, recordaba eso y no sabía si podía volar con otra idea sacrificando quizás mi destino por jugármela con la vida y mi letrero que también era luminoso. Creo que nunca termine de estar seguro de querer hacerlo, sin embargo lo hice, no me arrepiento pero pudo ser mejor quizás como antes de todo esto, contigo y el jardín que quedaba muy grande para nuestras palabras tan pequeñas y el miedo de quererlo tan inmenso.
[Febrero]
Febrero bisiesto. Febrero con un día más en bolsillos para jugar esas cartas suicidas que se guardan con el tiempo. En este mes la oficina entra en descanso -merecido también- así que mi tiempo lo invierto entre las clases de verano de la universidad y en cuanto lugar pueda con cuanta gente pueda, quiero todo, todo! Las clases siguieron como siempre, con el par de horas más entretenido que un señor ingeniero hidráulico puede dar ¡Espléndido! Algunas veces no se entendía nada de lo que decía y con menos suerte, lo que escribía. La manera tan ineficiente de explicar el curso era solo comparable con la forma como se maneja ciclo a ciclo la matrícula en la universidad y el esfuerzo que se hace para poder sobrevivir a ella, pero a pesar de todo, fiel a mis principios y a la tonta (sobre) confianza que tenía sobre mis conocimientos del siempre coordinado movimiento de fluidos fue que sin mucha importancia miraba al ingeniero y pensaba: pobre, sin pensar que al final el pobre se encontraba dando el examen final con los nervios hechos basura.
Definitivamente me encontraba disfrutando un verano bastante merecido, y dándome el gusto iba por las noches a comunicarlo. Uno que otro cumple, quizás uno solo pero que con buen ojo se pudo apreciar muy bien, porque no-hay-forma, por más vueltas que le daba y le volvía a dar – a ella también- así fuese un tanto evidente.
(…)
Entre una de esas que jugaba a las escondidas con ella, quede más que sorprendido cuando me encontraron sin siquiera haberme conocido. De las múltiples formas como un mensaje puede ser recibido la más preocupante es aquella que deseas esperar pero cuando te das cuenta termina siendo lo contrario. Por un rato, todo se detuvo y también mi vida. Por todo lo que me faltaba vivir y lo que deje pasar, por tanto pensar en ecuaciones y teorías que dibuje en el aire, por todas las razones y motivos que alguna vez tuve que escribir y por mí, por ti, es que me di cuenta que no vivía. No tuve reacción alguna ni mucho menos acción, reproducía un deja vu del momento y buscaba la explicación y lo volvía a leer y de nuevo, de nuevo. Podía llorar con todas las ganas que sentía en ese momento de la ignorancia y del entendimiento que significaba el mensaje, podía reír de la impotencia de no vivir mejor y la desesperación que significaba tener que comerme el orgullo de un solo bocado. Me reí, forzosamente pero me seguía convenciendo de que tenía que reírme mientras unas lágrimas tuvieron que salir. Reí, porque hasta en eso fui lo suficientemente cobarde.
(…)
Debido aún a la emoción de ver como se puede ayudar a dar un paso adelante en la vida de las personas con estar unos días siendo compañeros y familia, fue que regresamos a visitarlos luego de tener aún el recuerdo de una despedida improvisada.
Época de carnavales, época peligrosa. Momento de ponerse más alertas cuando acaba la esquina y ves la hora, más aún en lugares donde el agua no abunda – irónico y hasta cierto punto sarcástico, pero real – entonces es que tratas de ablandar el corazón de niños ávidos de mojar a cuan cosa que se mueva puedan alcanzar, corriendo o lanzamiento libre. Entonces corres, corres, te escondes, te agachas olvidando que así los ayudas más y en medio de la desesperación arruinas todo rompiendo el arma, la esencia del juego se fue al tacho y tratas de hacerte el loco, miras por aquí, por allá y prometes volver para compensar el daño hecho, sí claro. Igual es un buen día porque aunque no estemos todos, somos varios. Somos los mismos que vivimos dentro de cuatro paredes y nos compartimos, en algunos casos de forma más desproporcionadas que otras.
(…)
Es una tarde cualquiera pero somos personas especiales, a fin de cuentas
- Quiero ir!
- Pero, ¿sabes cómo se hace para ir?
- Uhm. Creo que se llama nomás
- Que, ¿sí?, ya pues. Ahorita llamo
- En serio?
Los nervios, que son naturalmente tontos de por si, tienen varios efectos en una persona. Olvidamos las cosas importantes y recordamos las insignificantes, hace que el tiempo pase más lento aunque dentro de ti estés corriendo a mil. La espera se hace larga y el momento más crítico pero vale la pena, por supuesto. Mi mente esta ahí, en ese instante y luego también, valió la pena y lo sigue valiendo.
Los nervios, que son naturalmente tontos de por sí, tienen varios efectos en una persona.
Te hacen ver más linda.
(…)
Un encuentro puede hacer que algunas verdades –de todo calibre- vean la luz sin antes uno ponerse algún tipo de protección. Lo interesante de todo eso es que la confianza se confunde con el juego y uno ya no puede creer en la veracidad de los comentarios e historias, difícil de entender y de controlar. Disparos de secretos y risas automáticamente activadas hacen que nos olvidemos de cualquier diferencia que pudo marcar o dejar los cerros, el sol y el trabajo diario.
Así como esa vez, las siguientes semanas se volvieron similares en cuanto el punto final y cerrando la noche y comenzando el día una de esas me terminaron por completo y me comencé diferente.
La sorpresa seguida por un arranque de osadía son cosas que me siguen tomando desprevenido, he aprendido a darme cuenta y aceptarlas, pero en ese momento fue más que una simple impresión y una respuesta o acción adecuada. Soy complicado, lo sé, pero aún así las cosas simples me gustan sin ningún motivo, aún tenga uno guardado en el puño izquierdo.
Mientras trataba de entender semejante asalto a mi soledad trataba de buscar el momento en el cual me perdí y deje de ser el testigo que siempre fui, la pela que veía había cobrado vida y estaba al lado mío, de la mano, mirando. Y sigo caminando.
Pudo haber durado varios kilómetros más y pudo haberse parado el tiempo y sabe Dios que otro arreglo pudo haber pasado para que tuviera algún tipo de pensamiento, pero aunque no era testigo de mi vida, la casualidad había colocado un letrero gigante encima mío que decía SE REGALA. Pasaron más minutos y un par de horas también, me acostumbraba y me sentía cada vez más aclimatado, como buen camaleón que suelo ser en momentos imprecisos, el color que me vestía era un tanto borroso y fácil de colorear pero tampoco podía darme el lujo de ser algo más y la volvía agarrar de la mano. Y la ola rompía de nuevo.
Por momentos recordaba esas noches de calles que me conocían y sorpresas en la bolsa, y por ratos comprendía que era innecesario la tortura de ser yo como tiempos aquellos donde el destino estaba escrito apenas lo había pensado y hasta algunas veces decidido, entonces una ola más rompía y no estaba seguro si mi vida podría cambiar un poco, solo un poco. Los días pasaron pero mi vida no, y el recuerdo se quedo pintado en el celular, la pantalla y algún que otro comentario suelto sin querer, pero para no perder la costumbre la cobardía me robaba el guión y se ganaba uno que otro premio a actor principal, secundario, director y hasta honorífico, todos el muy maldito.
No recuerdo en que momento tampoco decidí tomar el control de mis acciones y comenzar jugar apostando alguna ficha de diferente color, no sé que pasó que me hizo pensar si podía ser yo sin tener que meterme en una bolsa impermeable y grande, pero de algún modo y otro tenía que pasar fuese como fuese, si no era yo era ella, o ella y yo. Total como tenía la costumbre no importaba a fin de cuentas la diferencia iba encerrada en canciones y caminatas nocturnas para ser yo de nuevo.
(…)
Pude evitarlo varias veces, hacerme el loco otras más, pero fue inevitable que ese letrero gigante que aún tenía en la cabeza se pudiera borrar del todo. Me podía sentir un poco más, pero a la vez me podía perder entre tantas operaciones y cálculos innecesarios, por eso solo seguí que la explicación cayera de algún hueco del cielo, pero nunca paso.
Y cuando sentía que ya, que estuvo bueno el rato y la duda podía ser incubada como tantas veces otras así que reviente el alma y los ojos tratando de encontrarla fue que lo innecesario y sospechoso me llamaran para recogerla y pudiera ser otra vez un momento inexplicable. Luego de eso era obvio que siguiera de largo sin darme cuenta del camino y apareciera como si hubiese retrocedido el tiempo en un lugar algo conocido. Resignado por mi estupidez e incrédulo por la razón, regrese a mi casa mucho más desubicado que unas horas atrás y mucho más confundido que otros días más atrás.
Regrese caminando mientras volaba pensando si podía mantenerme así. Volaba y sentía que bueno, alguna vez podía suceder y lo borraba automáticamente porque era yo quien lo decía, yo y solo yo, muy poco sustento para poder quedar en algo con la vida. No negociable. Sin embargo, aún me confundía más el hecho que estaba dejando de lado algo que me seguí moviendo como cuando veía la ventana de lejos y reía de solo pensar ser tan inteligente con ella y no conmigo, recordaba eso y no sabía si podía volar con otra idea sacrificando quizás mi destino por jugármela con la vida y mi letrero que también era luminoso. Creo que nunca termine de estar seguro de querer hacerlo, sin embargo lo hice, no me arrepiento pero pudo ser mejor quizás como antes de todo esto, contigo y el jardín que quedaba muy grande para nuestras palabras tan pequeñas y el miedo de quererlo tan inmenso.
martes, 17 de febrero de 2009
Ni esa vez
08:49pm 12/02/09
...hace un año a las 9pm me mandaste un mensaje que aun no termino de entender. me escribiste: Se feliz. durante 1 año intente serlo y no pude. lo siento.
Por esas noches salía a caminar con la sorpresa en la mente y el regalo a la vuelta de la esquina y terminaba por regresar nervioso con la mano en la frente y la otra en la barriga, y fue en una de esas que mientras pensaba como hacerlo de nuevo sin ser visto pareciendo que fuese la primera vez, pasaba como invisible por lugares que me conocían y mientras levantaba la mirada hacia la ventana y comprobaba lo que no se podía ver a través de ella, el pronostico más reservado me llegaba al celular, sin entender y sin respirar no sabía que hacer, por un momento estaba desprendido de la realidad, de la que trataba de ver por esa ventana y la que tenía frente a mi.
la mitad… del cuento de un atardecer, que observo al escucharte…
Desde ese momento entendí y me convencí que nada volvería a ser igual, que las posibilidades y casualidades se habían vuelto a barajar, que se puso todo a cero borrando todo lo hecho y que tarde o temprano tendría que serlo.
...hace un año a las 9pm me mandaste un mensaje que aun no termino de entender. me escribiste: Se feliz. durante 1 año intente serlo y no pude. lo siento.
Por esas noches salía a caminar con la sorpresa en la mente y el regalo a la vuelta de la esquina y terminaba por regresar nervioso con la mano en la frente y la otra en la barriga, y fue en una de esas que mientras pensaba como hacerlo de nuevo sin ser visto pareciendo que fuese la primera vez, pasaba como invisible por lugares que me conocían y mientras levantaba la mirada hacia la ventana y comprobaba lo que no se podía ver a través de ella, el pronostico más reservado me llegaba al celular, sin entender y sin respirar no sabía que hacer, por un momento estaba desprendido de la realidad, de la que trataba de ver por esa ventana y la que tenía frente a mi.
la mitad… del cuento de un atardecer, que observo al escucharte…
Desde ese momento entendí y me convencí que nada volvería a ser igual, que las posibilidades y casualidades se habían vuelto a barajar, que se puso todo a cero borrando todo lo hecho y que tarde o temprano tendría que serlo.
(...)
Hoy paso un año, un año desde aquella noche. Hoy era un día que debía ser más noche que sol y la presión de ser un día importante. De resolver cualquier asunto pendiente y de tener en cuenta que podía ser más, más que esa noche, más.
Mientras planeaba y pensaba cuantas veces, formas, cantidades, lugares, palabras y expresiones podían caber en el tiempo suficiente para poder vivir tranquilamente conversando tenía la extraña sensación de que las cosas por algún o otro motivo no resultarían, y la casualidad me dio la razón pero sin ninguna explicación, y ya.
Mientras planeaba y pensaba cuantas veces, formas, cantidades, lugares, palabras y expresiones podían caber en el tiempo suficiente para poder vivir tranquilamente conversando tenía la extraña sensación de que las cosas por algún o otro motivo no resultarían, y la casualidad me dio la razón pero sin ninguna explicación, y ya.
(...)
Era preciso. Era de noche, no tan tarde como para perder el momento ni tan temprano como dejar correrlo. La llovizna asomaba levemente por las calles y por momentos parecía que estaba en otras calles, con historia y conmigo. Tenía el momento y la excusa perfecta que seguía cayendo poco a poco, pero no tenía el momento preciso que siempre guardaba para momentos como este, nunca terminé de entender porqué.
te llevaré despacio, no quiero despertarte, despertarte…
Salí como siempre esperanzado de que pasen sin querer esas cosas que quiero que sucedan, motivado por algo bastante improbable y seguido por algo totalmente imposible. Salí de mi casa y directo fui al desvío, por ratos mientras caminaba, levantaba la cabeza para ver las gotas caer. Golpean suave. Despacio. Como sonreír mientras intentaba hacerlo.
Mirando a cada rato el celular para tal momento tan esperado, solo pensaba si era posible que alguna vez se pudiera cumplir un deseo, como los de cumpleaños que igual así me son ajenos. Mirando a cada lado trataba de encontrar la razón que ni esa vez encontré cuando miré por esa ventana. Mirando a cada sombra me encontré de nuevo solo, balbuceando los errores y burlándome de la cobardía innata en mí. Fue eso y más de un año, más noches y madrugadas.
Llego la hora y no paso nada. Pasaron tantas cosas en el mundo en ese instante, que tenía yo la suerte que en mi minuto tan solo pudiera recordar.
Mientras cruzaba la pista los vi, y la vi. Pensaba que algo tenía que pasar. Algo.
Mirando a cada rato el celular para tal momento tan esperado, solo pensaba si era posible que alguna vez se pudiera cumplir un deseo, como los de cumpleaños que igual así me son ajenos. Mirando a cada lado trataba de encontrar la razón que ni esa vez encontré cuando miré por esa ventana. Mirando a cada sombra me encontré de nuevo solo, balbuceando los errores y burlándome de la cobardía innata en mí. Fue eso y más de un año, más noches y madrugadas.
Llego la hora y no paso nada. Pasaron tantas cosas en el mundo en ese instante, que tenía yo la suerte que en mi minuto tan solo pudiera recordar.
Mientras cruzaba la pista los vi, y la vi. Pensaba que algo tenía que pasar. Algo.
- Disculpa, ¿por donde está el...?
- Ah, por acá. Sigues de frente por ahí
- Gracias. Ves, esta bien.
Mientras su acompañante veía al otro lado y yo la seguía viendo.
- Ah, por acá. Sigues de frente por ahí
- Gracias. Ves, esta bien.
Sabía que pensaba lo mismo, lo sabía porque era mi minuto, solo por eso. Pero luego de eso se fueron, los dos, el minuto y el pensamiento, se fueron para que yo regresara a la realidad y sin darme cuenta, o quizás sí pero con mucha pena, fuera otro momento como esos tantos que nunca fueron tan míos como aquel.
vuelvo a engancharme en tu risa…
Seguí de frente. Cruce. Volteé. Seguí de frente. Ahora no recuerdo si seguía lloviznando, tampoco importaba mucho, total, el momento había pasado y con ello todo lo que implicaba que sea importante, por eso cruce de nuevo y seguí caminando. Volteo. Estornudo. Cruzo. Me siento invisible y confirmo que necesitaba caminar pero no era tan necesario llegar a algún lugar.
Como aquella vez también y en una casualidad provocada por decirlo de algún modo, me hago el loco e invento una excusa que es obvia incluso a personas que ni saben como me llamo, pero saben mis mentiras y mis verdades. Sigo sin creer que paso un año, sigo caminando sin creer que por ahí ya había pasado, ni como favor volvió a lloviznar ni siquiera vino ni se fue, solo paro. Y nunca me pude sentar a tratar de verla.
Como aquella vez también y en una casualidad provocada por decirlo de algún modo, me hago el loco e invento una excusa que es obvia incluso a personas que ni saben como me llamo, pero saben mis mentiras y mis verdades. Sigo sin creer que paso un año, sigo caminando sin creer que por ahí ya había pasado, ni como favor volvió a lloviznar ni siquiera vino ni se fue, solo paro. Y nunca me pude sentar a tratar de verla.
pero quería sentirte un hasta siempre…
sábado, 7 de febrero de 2009
Recuerdo
Recuerdo que despertaba y no tenia que volver a dormir para estar tranquilo,
recuerdo que caminaba y no tenia que mirar hacia arriba para imaginarlo mejor,
recuerdo que llovía y reía de solo verte saltando junto a nosotros en el piso,
recuerdo tantas cosas que solo puedo recordarte para estar ahí de nuevo.
Es raro estar en un lugar donde las cosas pasan tan naturalmente que cuesta creer que puedes volver a ir y estará tal cual lo dejaste, si es que alguna vez lo dejaste.
Prometo de la mano de la nostalgia y con la mochila llena de esperanza que el día que regrese te disfrutaré mejor, con mejores excusas, sin tontas razones y ningún calendario que te diga cuando me voy.
Como cuando de noche nos dejaste ir por debajo tuyo y otras tantas veces por dentro también, cuando de día podía pasar de nuevo por todas esas piedras que te dibujaban y por ratos me hacian tropezar.
Al igual que todo lo mío, prometo no cambiarte si alguna vez lo pensé así. Ni por uno ni por dos, ni mucho menos por todo lo que significa volver a estar contigo y tu camino ya conocido. No quiero olvidar agradecer a todos aquellos que hicieron que nosotros nos formemos el día a día viendote noche a noche.
A los que nos dejaron entrar para seguir soñando en cuatro paredes, a los que nos escucharon cuando llegabamos y tratabamos de irnos, a los que nos explicaron como vivir y vivirte mejor con un camino poco conocido, a los que nos cambiaron el recuerdo de tenerte en el escritorio por unas cuantas cosas sin valor real, a los que nos confundieron con extraños y ajenos en un lugar que nos debió ver nacer y a todos aquellos que dejamos de conocer por intentar descubrirnos, por conocernos, por ser uno con el otro y por ser feliz.
Recuerdo que te quería sin necesidad de mirarte ni de sorprenderme,
recuerdo que decía las cosas necesarias para parecer algo mas real,
recuerdo que te extrabaña sin antes terminarte solo esos días, solo esos días,
recuerdo tantas cosas que necesito volver a recordar, que necesito, que te necesito.
03/02
recuerdo que caminaba y no tenia que mirar hacia arriba para imaginarlo mejor,
recuerdo que llovía y reía de solo verte saltando junto a nosotros en el piso,
recuerdo tantas cosas que solo puedo recordarte para estar ahí de nuevo.
Es raro estar en un lugar donde las cosas pasan tan naturalmente que cuesta creer que puedes volver a ir y estará tal cual lo dejaste, si es que alguna vez lo dejaste.
Prometo de la mano de la nostalgia y con la mochila llena de esperanza que el día que regrese te disfrutaré mejor, con mejores excusas, sin tontas razones y ningún calendario que te diga cuando me voy.
Como cuando de noche nos dejaste ir por debajo tuyo y otras tantas veces por dentro también, cuando de día podía pasar de nuevo por todas esas piedras que te dibujaban y por ratos me hacian tropezar.
Al igual que todo lo mío, prometo no cambiarte si alguna vez lo pensé así. Ni por uno ni por dos, ni mucho menos por todo lo que significa volver a estar contigo y tu camino ya conocido. No quiero olvidar agradecer a todos aquellos que hicieron que nosotros nos formemos el día a día viendote noche a noche.
A los que nos dejaron entrar para seguir soñando en cuatro paredes, a los que nos escucharon cuando llegabamos y tratabamos de irnos, a los que nos explicaron como vivir y vivirte mejor con un camino poco conocido, a los que nos cambiaron el recuerdo de tenerte en el escritorio por unas cuantas cosas sin valor real, a los que nos confundieron con extraños y ajenos en un lugar que nos debió ver nacer y a todos aquellos que dejamos de conocer por intentar descubrirnos, por conocernos, por ser uno con el otro y por ser feliz.
Recuerdo que te quería sin necesidad de mirarte ni de sorprenderme,
recuerdo que decía las cosas necesarias para parecer algo mas real,
recuerdo que te extrabaña sin antes terminarte solo esos días, solo esos días,
recuerdo tantas cosas que necesito volver a recordar, que necesito, que te necesito.
03/02
lunes, 26 de enero de 2009
[Ausente]
Migrar. Viajar.
Moverse en el espacio de un conjunto infinito de casualidades que derivan en un motivo que nace mientras se descubre.
Volar. Caminar.
Estar bajo un cielo de otro color que no ha visto lo que recuerdas y solo vives sin nada más que vivir de nuevo.
Correr. Soñar.
Despertar en el momento más indicado de tus horas que me bastará para ver que la vida pasa lentamente solo contigo.
Te siento como ahora tú me sientes llegar, y me vas a esperar. Y te voy a dar el tiempo que sea necesario, por ti y por mi.
Y ahí vamos… Cusco
Moverse en el espacio de un conjunto infinito de casualidades que derivan en un motivo que nace mientras se descubre.
Volar. Caminar.
Estar bajo un cielo de otro color que no ha visto lo que recuerdas y solo vives sin nada más que vivir de nuevo.
Correr. Soñar.
Despertar en el momento más indicado de tus horas que me bastará para ver que la vida pasa lentamente solo contigo.
Te siento como ahora tú me sientes llegar, y me vas a esperar. Y te voy a dar el tiempo que sea necesario, por ti y por mi.
Y ahí vamos… Cusco
miércoles, 14 de enero de 2009
Mientras esperas
Hace tiempo tenia avanzado algo que me contaba mientras caminaba y grababa (primera y última vez que hago algo asi), entre esas noches de caminata sin rumbo pero con sentido. Compilado, acá está.
1 - Bloc de notas
Archivo Edición Formato Ver Ayuda
1 - Bloc de notas
Archivo Edición Formato Ver Ayuda
Nos hablamos porque tenemos la fé ciega que uno va a escuchar al otro
porque a pesar de todas las cosas que se nos han pasado hay cosas que no hemos perdido
porque no podemos decirnos cuanto tiempo tenemos hasta que nos vemos
porque sin eso, con todo el tiempo que hemos empleado no estaría yo a tu lado y tú mirando el espacio.
Nos hablamos porque sentimos la imperiosa necesidad de conocernos uno al otro sin decir nuestra verdad
porque simplemente el tiempo ya pasó en cosas que debieron haber sido algo más de lo mismo
porque la vida se parece tanto a nosotros que no creemos que sea cierto y tenemos que contárnoslo
porque nunca entendemos que queremos decir, pero vale la pena hacerlo.
Nos hablamos porque el sueño no nos gana, ni tampoco el deseo de perderlo
porque hay tantas cosas que no nos pasan, sin embargo las inventamos, como cuando llueve a veces y nos damos cuenta del sol de invierno
porque aunque quizás no pensemos el uno en el otro como quisieramos, nos soñamos sin saberlo
porque es la única forma por la cual puedo mirarte sin tener que decir que te quiero.
porque a pesar de todas las cosas que se nos han pasado hay cosas que no hemos perdido
porque no podemos decirnos cuanto tiempo tenemos hasta que nos vemos
porque sin eso, con todo el tiempo que hemos empleado no estaría yo a tu lado y tú mirando el espacio.
Nos hablamos porque sentimos la imperiosa necesidad de conocernos uno al otro sin decir nuestra verdad
porque simplemente el tiempo ya pasó en cosas que debieron haber sido algo más de lo mismo
porque la vida se parece tanto a nosotros que no creemos que sea cierto y tenemos que contárnoslo
porque nunca entendemos que queremos decir, pero vale la pena hacerlo.
Nos hablamos porque el sueño no nos gana, ni tampoco el deseo de perderlo
porque hay tantas cosas que no nos pasan, sin embargo las inventamos, como cuando llueve a veces y nos damos cuenta del sol de invierno
porque aunque quizás no pensemos el uno en el otro como quisieramos, nos soñamos sin saberlo
porque es la única forma por la cual puedo mirarte sin tener que decir que te quiero.
sábado, 10 de enero de 2009
La casualidad de un mes - Parte I
Llegó el año 2009 y aunque no hace mucho que nos conocemos, me parece adecuado invitarlos a leer un resumen del año que pasó, con esos ingredientes licuados con maldad por el destino que luego de tomarlo y saborearlo bien te puede servir como experiencia o quedarán como errores. Sea cual sea el caso, vale la pena recordarlos.
Sin más vueltas, el año 2008 mes por mes, hecho por mí y contigo. Provecho.
[Enero]
Desperté lejos de mi casa, y aunque ya era otro año aún no me había llegado la invitación. Todo seguía igual solo que con 365 días adelante por vivir, solo eso. Y así sea un año nuevo lo que es ahora, este no se empieza como una hoja en blanco, sino con todo eso chiquito y rápido que escribiste a finales del año anterior medio desesperado y pensar ahora en como lo desenrollas y arreglas con el mayor cuidado posible. Siguieron las reuniones complicadas en la oficina y duraderas, visitas al asentamiento, otra vez reunión y si, de nuevo ir al asentamiento, y aunque ya se notaba que era verano el trabajo de todos esos días valió demasiado la pena. Tanto valió la pena que por gusto iba a la universidad, esos días confiado en mis conocimientos esos chiquititos y rápidos del año pasado que poco o nada me hicieron el favor para pasar el curso de la maldición, curso del mal.
Dentro de todo lo previo a la construcción está el evento musical techero donde uno puede encontrar a toda la fauna de voluntarios en una sola noche pasándola demasiado bravazol. Salude y converse con aquellos que veía casi todos los días y aquellos que no conocía tanto, con algunos que siguen siendo mis constantes y unos otros que se perdieron en su momento o quizás me olvide de volver a saludarlos, muchos o pocos pero siempre al final.
Mientras el stress y los nervios me hacían olvidar poco a poco los cabos sueltos del año pasado, estos se daban el tiempo de permitir que la conciencia haga su trabajo memorístico y el remordimiento lo mueva para recordar que cosas cambiar y cuales dejar ahí, bien ahí. Y más, cuando en la cúspide de la impaciencia inoportunamente una llamada desde lejos –en todo el sentido de la palabra- hace que te devuelva por un momento a la realidad y te encuentras frente a un: hola, ¿cómo estás? Y uno, dentro de la sorpresa y frente al ataque a la sinceridad guardada dice: ...bien, mientras sigue pensando si esta bien que haya dicho bien.
Una construcción de 8 días a inicios de verano con unos terrenos en San Juan de Lurigancho con 28 casas por construir y 20 voluntarios contando todos los existentes dentro del cuarto hacen que me ponga a pensar si pudo ser mejor, no lo creo. La justicia también tiene sus atajos y sus formas nada geométricas de manifestarse y esta no iba a ser la excepción, fueron días de arduo trabajo, trabajo que en algunos momentos al inicio pensé que serían fatales y que felizmente al paso de los días y con el esfuerzo puesto ahí en la tierra enredado con el aire, el mismo que respirábamos y volvíamos a pisar. Sentía que éramos capaces de hacer cualquier cosa, que nada nos podía impedir realizar nuestra labor, y la satisfacción de seguir siendo así sea cual sea el motivo que hayamos tenido al empezar todo esto nos podía llenar más que cualquier otro momento.
En uno de esos días recibí una noticia que también celebre bastante en lo personal y fue el punto de quiebre en el desarrollo de la vida de una persona que considero mucho, dándome el placer de escuchar rápidamente y en resumen con ejemplos aplicativos y prácticos esos momentos que armaban su vida. Igual nunca quizás la llegaré a entender, pero no importa, la comprendo y me basta con eso. Luego de leer ese mensaje de texto me sentí muy orgulloso y me dio fuerzas para seguir construyendo, diciéndome a mí mismo mientras cerraba el puño Vamos! cada vez que pensaba que sentía que no podía, y me alegraba con ella a la distancia. Gracias.
Las inauguraciones fueron una fiesta en cada una de las casas que construíamos, cada familia a su manera celebraba el inicio de una nueva etapa de sus vidas, de la oportunidad de poder concluir y empezar nuevos sueños y metas, de saber que ahora la vida que les tocó vivir es un poco menos dura, menos áspera y que tiene a un grupo de chicos que fuimos sus amigos, hijos, nietos, compañeros y hermanos por unas horas para algunos y unos días para casi todos. La inauguración más fuerte que he tenido hasta ahora fue la de los abuelitos, como nosotros los llamamos. Mientras escuchaba el discurso que espontáneamente recitaba la abuelita sentía que valía la pena el trabajo que hacíamos, en mis ojos todavía llorosos trataba de transmitir un Lo logramos!, porque sentía que sus palabras eran la respuesta a la idea por la cual nos encontrábamos ahí, en un cerro sin luz, sucios totalmente, cansados, agitados por la emoción y con el corazón en la mano luego de palabras que aunque ahora no recuerde con exactitud, el solo imaginarme volver a ese momento hace que sienta escalofríos por todo el cuerpo. Lo logramos, lo sé.
Caminando con mí pareja de escuela por el asentamiento sin luz yendo al cierre de la construcción, descansamos un rato para despedirnos cada uno mentalmente de San Juan, y le confesé con algo de vergüenza: Me he dado cuenta… que no podría vivir en un asentamiento, a no ser que me borren la memoria. Ella, mirando también los postes que no había alrededor nuestro y hacían tanta falta, me respondió: …o que vengas de un lugar peor. Pensando en voz alta le dije: si... es verdad, que feo. Y la noche hizo que nuestras mentes se callaran. Y mientras trataba de guardar esas imágenes, olores, sonidos, texturas y sabores de un lugar que nos recibió y acogió como sus hijos, sentía que deseaba tanto no haber sido tan sincero conmigo mismo y poder haber vivido más de lo que podía sentir, e instantáneamente acepte la idea que fue más que suficiente como experiencia y que desde ese momento todo eso me serviría para recordar una de las motivaciones de mi vida. Aunque el mes no acabo ahí, fueron más que suficientes los momentos que viví para poder cerrar bien el primer mes del año. Logré formar lazos de confianza y de comunicación tan fuertes y desarrollados con personas que no pensé que conocería en mi vida, me enseñaron cada una de ellas un mensaje y me dieron otra forma de ver las cosas, crecí tanto como persona en tan pocos días que me seguía pareciendo que todo iba tan rápido que olvidaba que recién habían pasado 31 días de 12 meses que recién empiezo a contar, Vamos!
[Enero]
Desperté lejos de mi casa, y aunque ya era otro año aún no me había llegado la invitación. Todo seguía igual solo que con 365 días adelante por vivir, solo eso. Y así sea un año nuevo lo que es ahora, este no se empieza como una hoja en blanco, sino con todo eso chiquito y rápido que escribiste a finales del año anterior medio desesperado y pensar ahora en como lo desenrollas y arreglas con el mayor cuidado posible. Siguieron las reuniones complicadas en la oficina y duraderas, visitas al asentamiento, otra vez reunión y si, de nuevo ir al asentamiento, y aunque ya se notaba que era verano el trabajo de todos esos días valió demasiado la pena. Tanto valió la pena que por gusto iba a la universidad, esos días confiado en mis conocimientos esos chiquititos y rápidos del año pasado que poco o nada me hicieron el favor para pasar el curso de la maldición, curso del mal.
Dentro de todo lo previo a la construcción está el evento musical techero donde uno puede encontrar a toda la fauna de voluntarios en una sola noche pasándola demasiado bravazol. Salude y converse con aquellos que veía casi todos los días y aquellos que no conocía tanto, con algunos que siguen siendo mis constantes y unos otros que se perdieron en su momento o quizás me olvide de volver a saludarlos, muchos o pocos pero siempre al final.
Mientras el stress y los nervios me hacían olvidar poco a poco los cabos sueltos del año pasado, estos se daban el tiempo de permitir que la conciencia haga su trabajo memorístico y el remordimiento lo mueva para recordar que cosas cambiar y cuales dejar ahí, bien ahí. Y más, cuando en la cúspide de la impaciencia inoportunamente una llamada desde lejos –en todo el sentido de la palabra- hace que te devuelva por un momento a la realidad y te encuentras frente a un: hola, ¿cómo estás? Y uno, dentro de la sorpresa y frente al ataque a la sinceridad guardada dice: ...bien, mientras sigue pensando si esta bien que haya dicho bien.
Una construcción de 8 días a inicios de verano con unos terrenos en San Juan de Lurigancho con 28 casas por construir y 20 voluntarios contando todos los existentes dentro del cuarto hacen que me ponga a pensar si pudo ser mejor, no lo creo. La justicia también tiene sus atajos y sus formas nada geométricas de manifestarse y esta no iba a ser la excepción, fueron días de arduo trabajo, trabajo que en algunos momentos al inicio pensé que serían fatales y que felizmente al paso de los días y con el esfuerzo puesto ahí en la tierra enredado con el aire, el mismo que respirábamos y volvíamos a pisar. Sentía que éramos capaces de hacer cualquier cosa, que nada nos podía impedir realizar nuestra labor, y la satisfacción de seguir siendo así sea cual sea el motivo que hayamos tenido al empezar todo esto nos podía llenar más que cualquier otro momento.
En uno de esos días recibí una noticia que también celebre bastante en lo personal y fue el punto de quiebre en el desarrollo de la vida de una persona que considero mucho, dándome el placer de escuchar rápidamente y en resumen con ejemplos aplicativos y prácticos esos momentos que armaban su vida. Igual nunca quizás la llegaré a entender, pero no importa, la comprendo y me basta con eso. Luego de leer ese mensaje de texto me sentí muy orgulloso y me dio fuerzas para seguir construyendo, diciéndome a mí mismo mientras cerraba el puño Vamos! cada vez que pensaba que sentía que no podía, y me alegraba con ella a la distancia. Gracias.
Las inauguraciones fueron una fiesta en cada una de las casas que construíamos, cada familia a su manera celebraba el inicio de una nueva etapa de sus vidas, de la oportunidad de poder concluir y empezar nuevos sueños y metas, de saber que ahora la vida que les tocó vivir es un poco menos dura, menos áspera y que tiene a un grupo de chicos que fuimos sus amigos, hijos, nietos, compañeros y hermanos por unas horas para algunos y unos días para casi todos. La inauguración más fuerte que he tenido hasta ahora fue la de los abuelitos, como nosotros los llamamos. Mientras escuchaba el discurso que espontáneamente recitaba la abuelita sentía que valía la pena el trabajo que hacíamos, en mis ojos todavía llorosos trataba de transmitir un Lo logramos!, porque sentía que sus palabras eran la respuesta a la idea por la cual nos encontrábamos ahí, en un cerro sin luz, sucios totalmente, cansados, agitados por la emoción y con el corazón en la mano luego de palabras que aunque ahora no recuerde con exactitud, el solo imaginarme volver a ese momento hace que sienta escalofríos por todo el cuerpo. Lo logramos, lo sé.
Caminando con mí pareja de escuela por el asentamiento sin luz yendo al cierre de la construcción, descansamos un rato para despedirnos cada uno mentalmente de San Juan, y le confesé con algo de vergüenza: Me he dado cuenta… que no podría vivir en un asentamiento, a no ser que me borren la memoria. Ella, mirando también los postes que no había alrededor nuestro y hacían tanta falta, me respondió: …o que vengas de un lugar peor. Pensando en voz alta le dije: si... es verdad, que feo. Y la noche hizo que nuestras mentes se callaran. Y mientras trataba de guardar esas imágenes, olores, sonidos, texturas y sabores de un lugar que nos recibió y acogió como sus hijos, sentía que deseaba tanto no haber sido tan sincero conmigo mismo y poder haber vivido más de lo que podía sentir, e instantáneamente acepte la idea que fue más que suficiente como experiencia y que desde ese momento todo eso me serviría para recordar una de las motivaciones de mi vida. Aunque el mes no acabo ahí, fueron más que suficientes los momentos que viví para poder cerrar bien el primer mes del año. Logré formar lazos de confianza y de comunicación tan fuertes y desarrollados con personas que no pensé que conocería en mi vida, me enseñaron cada una de ellas un mensaje y me dieron otra forma de ver las cosas, crecí tanto como persona en tan pocos días que me seguía pareciendo que todo iba tan rápido que olvidaba que recién habían pasado 31 días de 12 meses que recién empiezo a contar, Vamos!
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